June 15, 2011 | Translation of Scripps Howard News Service

Luchando por Corazones, Mentes y Almas

El primer concepto a entender es que el conflicto mundial ahora en curso implica tanto un choque de armas como un choque de ideas. Para tener éxito en esta guerra hará falta una lucha eficaz en ambos frentes.

El segundo concepto es éste: El choque de armas y el choque de ideas influyen el uno sobre el otro, a menudo de forma peculiar y hasta contrarias a la intuición.

Un ejemplo: Al-Qaeda en Irak no podía enfrentarse a las tropas americanas de forma directa. Su solución ha sido en vez tener como objetivo a iraquíes inocentes, asesinar por centenares a hombres, mujeres y niños musulmanes inocentes.

¿Por qué eso no provoca indignación alrededor del mundo? La hubo pero al-Qaeda calculó que en mucho de Occidente, la indignación se dirigiría menos contra ellos y más contra los americanos por “agitar un avispero”. Y tal como también lo esperaban, las imágenes de muerte y destrucción combinadas con noticias de soldados asesinados por bombas de carretera, erosionarían pronto  la voluntad de muchos americanos para continuar en la lucha.

Ahora, sin embargo, una nueva fase en el choque de armas puede estar teniendo un impacto inesperado en una audiencia distinta. Un cambio de estrategia iniciada por el nuevo comandante de Estados Unidos en Irak, el general David Petraeus, está cambiando las ideas sobre al-Qaeda y Estados Unidos en sociedades musulmanas – y en el plano teológico.

Me enteré por Hassan Mneimneh, académico y director de la Iraq Memory Foundation (Fundación por la Memoria de Irak), institución de investigación con oficinas en Bagdad y Washington. Mneimneh también fue, al igual que yo, consejero en la comisión Baker/Hamilton sobre Irak. Y estuvimos juntos  recientemente en un panel en el Instituto de Estados Unidos por la paz analizando los intereses americanos en Irak.

El año pasado por estas alturas, incluso la mayoría de los militares concluyó que la provincia de Anbar estaba irremisiblemente perdida en favor de al-Qaeda. Pero el general Petreaus no estaba dispuesto a rendirse: Hace unos meses atrás, le dijo a los líderes tradicionales de Anbar, los jeques tribales, que si se aliaban con Estados Unidos, su gente y sus tierras se verían liberadas de la “ocupación” de al-Qaeda.

Aceptaron. Desde entonces, han matado, capturado y echado por montones a los terroristas de al-Qaeda fuera de Anbar. Mneimneh se preguntaba: ¿Cómo justificarían los jeques y los eruditos religiosos esta alianza ante sí mismos y ante su gente? Para decirlo sin rodeos, ¿cómo iban a explicar lo de su sociedad con infieles y en contra de sus hermanos musulmanes?

Él encontró la respuesta en numerosos sermones y publicaciones – desde libros hasta blogs y páginas web, de todo. La verdad, él descubrió que la mayoría de iraquíes, a diferencia de tantos occidentales, sí culpan a al-Qaeda por la carnicería que ha causado al-Qaeda. Y la mayoría de iraquíes no ha acogido el estilo de islam de al-Qaeda, con su barbarismo – por ejemplo el asesinato de niños para enseñar obediencia a sus padres – y ultra fundamentalismo.

Lo que es más, los iraquíes se sintieron profundamente ofendidos por los líderes de al-Qaeda – casi todos ellos extranjeros – al decir que su interpretación del islam es errada e inadecuada, ya que ha sido la de sus familias y clanes por generaciones. Mneimneh cuenta que los clérigos iraquíes han respondido llamando “excesiva e injusta” la versión del islam de al-Qaeda.

Expresar tales opiniónes mientras que los militantes de al-Qaeda estaban caminando por las calles habría provocado severas represalias. Pero durante los últimos meses, a medida que se veía el progreso con el aumento de tropas y con más iraquíes sintiéndose más seguros, han estado expresando estas opiniones en voz alta y de forma clara. Mneimneh cree que se les está oyendo más allá de Anbar, más allá de Irak e incluso más allá de Oriente Medio. “Esto está saliendo a la luz pública” enfatizó Mneimneh.

Al mismo tiempo, ya que Petraeus ha sacado a sus tropas fuera de las bases enclaustradas en comunidades iraquíes, más iraquíes están entrando en contacto con los americanos y aprendiendo que – aunque parezcan amedrentadores con sus protecciones corporales y grandes armas – no son en absoluto tan satánicos como se decía. No piden sobornos. Les gustan los niños. Muestran respeto. Y han estado encargándose de la seguridad mientras entrenan a los iraquíes para su propia protección. Están dispuestos a quedarse y a ayudar pero preferirían irse a casa tan pronto como las condiciones lo permitan – no exactamente la definición del diccionario sobre “ocupante  extranjero”.

“Observe que las tropas tomando parte del aumento no han sido atacadas por los iraquíes que viven en los barrios donde se encuentran apostados”, dijo  Mneinmeh. “Por el contrario, esos iraquíes han estado entregando datos de inteligencia a las tropas, algo que hace falta para que tengan éxito”. Los eruditos religiosos iraquíes se están atreviendo a afirmar que aceptar una alianza táctica con gente así no viola la doctrina islámica.

“Cuanto más dure esto” dijo Mneinmeh, “más cambiarán las opiniones de los iraquíes”. A medida que estas nuevas opiniones se expresen, se diseminen y se refuercen, será menos probable que más adelante se descarten”.

En otras palabras, cada día que continúe el aumento de tropas, cada día que los soldados americanos sigan librando ese choque de armas en Irak, también estarán luchando – y quizás ganando – el consiguiente choque de ideas.

Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias, institución investigadora dedicada al estudio del terrorismo.

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